¿Los perros también hacen berrinches?
Es cierto que todas las personas que tienen mascota dicen que la suya es especial; mi caso no es la excepción: yo tengo un perro muy especial.
Hace exactamente 5 años, Pancho llegó a este mundo junto con sus 11 hermanos labradores y desde entonces compartimos un cariño único.
Pero Pancho no es un perro normal.
Los labradores suelen ser perros amantes del agua: aman nadar, bucear y jugar en el lodo, además le gustan mucho los espacios abiertos.
Pancho es...diferente. Si bien es bastante juguetón, prefiere dormir en la sala que hacer pozos en el jardín. Le gusta los rinconcitos fríos de la casa antes que salir a jugar en la lluvia (aunque últimamente se ha mojado bastante); y todos los días, exactamente a las 17:00 hrs, reclama que lo saquen a pasear; si no lo sacan a su paseo, comienza a aullar haciendo un berrinche, se pone inquieto y se aburre. A veces hasta llega a ofenderse y se recuesta en un rincón de la casa.
¿Cómo sabe Pancho que son las 17:00 hrs.?
Quizás, si estuviera ocupado en cosas de perro (como cavar o jugar en el jardín) no se aburriría tanto.
Muchas veces por la lluvia no podemos salir a pasear, pero Pancho no lo comprende.
¿Te ha ocurrido que le reclamas algo a Dios y él te dice que no?
¿Sentiste que te decía que "no es el momento adecuado", y al no entender por qué te alejaste a un rincón?
La vida con Dios está llena de buenos momentos y de beneficios, pero no siempre los días son soleados.
La Biblia nos enseña que aún cuando llueve y las nubes cubren el cielo, debemos comportarnos como cristianos, como hijos de Dios:
"Estén siempre contentos.
Oren en todo momento.
Den gracias a Dios en cualquier circunstancia. Esto es lo que Dios espera de ustedes, como cristianos que son."
(1 Tesalonicenses 5:16-18)
Como leemos, ser un hijo de Dios significa estar contento siempre, confiando en Dios, hablando con Él mediante la oración...aún en los días lluviosos.
Quizás Pancho no lo entienda porque es sólo un perrito, pero nosotros podemos cambiar nuestra actitud, mirando más a Dios y menos a las nubes grises.
Esperar en Dios tiene sus beneficios: cuando sale el sol, recibimos los mejores paseos.
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